Es evidente que no siempre estamos en nuestro mejor momento. Es habitual que no comuniquemos de la misma forma nuestra felicidad que nuestros momentos bajos. De hecho hay estudios que indican que hablamos de nuestros malos momentos 5 veces más que de los buenos. Debemos ser conscientes que cada vez que relatamos nuestros males tanto nuestra mente como nuestro cuerpo revive y responde a ello de forma negativa para nosotros. Nuestro nivel de nervios aumenta, los flujos de procesos químicos relativos al mal estar vuelven a generarse, etc.
Por lo tanto gran parte de nuestro dolor y tristeza tiene origen, y por tanto solución, en nosotros mismos. Te regalamos un interesante truco. Pon límite, fecha de caducidad a tus sentimientos negativos.
Pongamos un ejemplo. Habitualmente diríamos “estoy triste”. Ese pensamiento no tiene límite, y el simple hecho de nombrarlo nos hace alargar el sentimiento en el tiempo. ¿Cambiamos la forma? A partir de ahora en vez de usar esa frase, diremos “estoy triste, hoy, por ahora”. Parece sencillo, y lo es, pero sobre todo muy beneficioso, porque no taremos la diferencia de carga psicológica que ejerce nuestra frase.
Te damos otro gran consejo: evita la enfermedad de hablar de enfermedades. Recientemente un estudio daba las siguientes conclusiones: el 80% de las personas que decían estar deprimidas, no tenían los síntomas de la enfermedad. Pero lo más peligroso era que pasado un tiempo el 60% de estas terminaba teniéndolos por repetición a la hora de comunicar su estado a los demás. Increible ¿Verdad? Pero muy cierto. Así que evita sumarle carga a tus estados anímicos con enfermedades que posiblemente no tengas.
Y por último. Multiplica tu felicidad. Si ya hemos dicho que nuestra mente se ve limitada por nuestra comunicación, nuestras palabras. ¿cómo no potenciarla cuando somos felices? Cuando te encuentres feliz, realizad@, contento, cuéntalo, escríbelo y dilo en voz alta.
Si usas estos trucos y consejos esta semana, comparte su resultado con nosotros.
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