Leíamos recientemente que los niños sonríen una 400 veces al día, mientras que los adultos no conseguimos llegar a 20 veces diarias. Este cambio no tiene que ver con la madurez ni con tomarse las cosas más en serio. Sino que en cierta medida vamos perdiendo o, mejor dicho, ocultando, los instintos y capacidades innatas de comunicarnos de forma emocionalmente inteligente, la necesidad de empatizar y relacionarnos con el lenguaje no verbal (pues todavía no contamos con la palabra), e intuimos la aceptación generalizada de quien sonríe dentro de un grupo.
Por esto, y por las razones que ahora les vamos a contar, nos gusta invitar a nuestros clientes de coaching a “volver a ser niños”. Recobrar esa felicidad casi innata, esa curiosidad exploradora, esa potencia relacional limpia (lejos de prejuicios, miedos y creencias limitantes sobre los demás y uno mismo), y esa libertad comunicativa.
Lo que desconocíamos hasta hace poco era lo que se ha denominado “propiocepción”. Asumíamos que la sonrisa o la risa era una representación física externa resultado de un pensamiento alegre y como respuesta a una serie de flujos químicos internos que, según estudios, son equivalentes a comer más de 100 tabletas de chocolate.
La “propiocepción” lo que nos demuestra es que esa relación de comunicación y respuesta del cuerpo a nuestra mente, puede ser inversa, ya que es un canal de doble sentido. Por tanto, sonreír devuelve a la mente la orden de felicidad y bienestar, y ordena a éste enviar al resto del cuerpo una respuesta equivalente. Esto nos quiere decir que, aunque no estemos en nuestro mejor momento, sonreír puede ayudarnos a sentirnos mejor, a predisponernos positivamente, y relacionarnos de forma más emocionalmente inteligente.
La sonrisa además es uno de los gestos evolutivos sociales de mayor respuesta en las neuronas espejo. Estas neuronas espejo son las encargadas de advertir inconscientemente al cerebro de las intenciones, estados anímicos y atracción entre dos personas o en un grupo. Son las responsables del conocido “enamoramiento químico” (que todos conocemos como “flechazo”), o de que el bostezo sea “contagioso”. Pues para estas neuronas espejo la sonrisa representan un buen estado anímico, equilibrio, éxito, confianza y en algunos casos sumisión (a la hora de pedir perdón) o atracción.
Algunos datos sobre estudios realizados.
Un reciente estudio constató que la gente que se inyecta Botox en las patas de gallo y pierde la capacidad de sonreír con naturalidad tiene más tendencia a deprimirse.
La universidad de Harvard evidenció que cuando alguien está contento, la gente cercana tiene un 25% más de probabilidades de ponerse contento también.
Hay investigaciónes que han demostrado que bajar la mirada con arrepentimiento y sonreír ligeramente estrecha los lazos sociales con los demás para que empaticen con nosotros, por lo que sirve para que nos perdonen más rápidamente.
En un experimento de 2010 los participantes que sonreían sacaron mejor puntuación en tareas que requerían una visión más global de los problemas.
Una prueba en 1985 constató que cuando la mujer estableció sólo contacto visual con los hombres fue abordada en un 20% de los casos. Cuando esa misma mujer añadió una sonrisa, el porcentaje subió hasta el 60%.
Por eso te invitamos a hacer un sencillo ejercicio que te servirá de prueba más allá de estos datos sobre estudios e investigaciones.
- Levántate por la mañana y oblígate a sonreír frente al espejo mientras te preparas para salir a la calle o ir a trabajar.
- Asegúrate que le sonríes, al menos, a las primeras cinco personas con las que te cruces.
- Entra en el trabajo sonriendo y acompañando tu sonrisa con un saludo efusivo y expresiones positivas: “muy buenos días a todos”, “¿cómo están? Yo fantásticamente bien”, etc.
- Mantén la sonrisa incluso cuando no te vean, tu cuerpo si te está viendo.
- Utiliza la sonrisa también cuando hables por teléfono. Las neuronas espejo también reconocen el cambio de tono y vocalización que genera la sonrisa.
En resumen: Sonríe y mueve el mundo que te rodea con tu sonrisa. Y recuerda: Atrévete a sentir el poder del cambio.
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